Un saludable escepticismo
Si en 2025 años no vimos ni tenemos antecedente histórico comprobable alguno de divinidades haciendo absolutamente nada parecido a abrir las aguas del mar, recibir tablas de mandamientos de una deidad, obrar milagros como la sanación de los enfermos, multiplicar los alimentos, resucitar, ni tampoco sabemos a ciencia cierta de nadie que haya alcanzado un estadío superior de lo que se llamó hace también mucho tiempo ya como “consciencia”: ¿Podemos seguir creyendo acaso en esas leyendas propias de la Antigüedad mitológica en pleno siglo XXI?
Una modernidad ausente de mitos
Imaginemos por un instante que algo de esto sucediera hoy en tiempos de internet y redes sociales, con los medios de comunicación tradicionales todavía vigentes: ¿Qué pensás que sucedería? El mundo seguramente se paralizaría en torno al fenómeno, el/la obrador/a del milagro sería la noticia global del momento, y todos estaríamos hablando de eso, con los periodistas y curiosos queriendo saber hasta el último detalle de lo que nunca antes se pudo corroborar.
Demás está decir que eso obviamente no va a suceder. Si nada parecido sucedió en todo este gran período de tiempo del cual se cuenta con registros históricos fehacientes, es evidente que tampoco va a pasar algo así en nuestro presente, mucho menos aún en un futuro.
Ahí está la base de un escepticismo hacia los grandes mitos de las religiones y la espiritualidad, todos pertenecientes a un época de la humanidad donde la credulidad daba mucho, muchísimo más lugar a la fe. Analicemos por un instante la etimología de la palabra “creencia”; que simplemente viene de creer, no de saber, algo que claramente implica una comprobación, añadiré. Y no hablo de un racionalismo que niega, a menudo con arrogancia, aquello que sencillamente rechaza al carecer de fundamentos para aceptarlo. Más propia del escepticismo, es la duda, el cuestionamiento hacia aquello que no hay razones aparentes para aceptarlo.
Los valores de la religión que no podemos dejar de lado
La crítica a la religión no es nada nueva; desde finales del siglo XVIII con lo que significó la Ilustración que autores contemporáneos como Steven Pinker insisten en traerla a la actualidad1, pregonando los avances de la ciencia que cambiaron el mundo, nadie puede negar que en estos tiempos actuales, religiones, tradiciones y caminos espirituales siguen siendo enormemente populares, a tal punto que tenemos una sociedad global todavía bastante orientado a estas. Y los porcentajes de ateos y agnósticos resultan marcadamente incomparables frente a los billones de personas en el mundo movilizadas cotidianamente por sus creencias (las estimaciones hablan de un 84% de creyentes versus un 16% de no creyentes según fuentes analizadas con ChatGPT). Frente a este claro panorama, surge la necesidad filosófica de ofrecer nuevos puntos de vista a esto tan digno de análisis.
Por eso la discusión sobre la mera existencia de Dios es un tema filosófico eterno, pero que a menudo conlleva serias discrepancias entre las personas de fe, y los detractores de la misma. Considero que social y civilizadamente debemos entendernos más, y abogo por un esfuerzo decididamente mayor en estos tiempos de extremo individualismo y aislamiento social-virtual con las actuales tecnologías de internet.
En este sentido, el filósofo inglés Alain de Botton hizo un gran aporte filosófico años atrás con su recomendable libro “Religión para ateos”, rescatando las ideas de viejos pensadores como el notable Auguste Comte, recordado como “el padre de la sociología”, quien siendo muy crítico con la religión en sus ensayos del S. XIX, llegó a afirmar:
“una sociedad secular (laica) dedicada únicamente a la acumulación de riquezas, la investigación científica, las diversiones populares y el amor romántico —una sociedad falta, pues, de fuentes de instrucción ética, consuelo, solidaridad y asombro trascendente— caería presa de incurables dolencias sociales.”

De Botton critica a su vez también a la secularidad reconociendo sus incapacidades para crear un mundo mejor, valorando el aporte histórico de las religiones en toda una serie de maneras:
“Podemos entonces reconocer que las hemos inventado para cubrir dos necesidades vitales que a día de hoy la sociedad laica no ha sido capaz de satisfacer siquiera con un mínimo de habilidad: la primera, convivir en comunidades armónicas a pesar de que nuestros impulsos más egoístas y violentos estén tan profundamente arraigados. La segunda, lidiar con los aterradores grados de dolor que nos causan nuestra vulnerabilidad ante el fracaso profesional, algunas relaciones turbulentas, la muerte de nuestros allegados y nuestra propia decadencia y extinción.”
Y precisamente en este siglo XXI de valores entre perdidos y amenazados, podemos aseverar, independientemente de nuestras creencias o pensamientos, que todavía estos continúan estando presentes en las religiones del mundo, y ese sigue siendo el gran aporte de estas a la humanidad. Todas sin excepción. Y sí, algunos dirán que la religión no hace a una buena persona, la falsedad está presente en todos los ámbitos de la naturaleza humana, pero es justo también señalar antes que es más común encontrar buenas acciones en individuos que profesan alguna determinada fe, de quienes carecen de esta. La realidad es así de obvia.
Los riesgos que conlleva la fe
Por lo que en resumen, no podemos dejar de lado la religión y la espiritualidad, ni podemos pensar tampoco que estas van a ser abandonadas masivamente por la humanidad ni en el futuro más distante. Pero sí es tan sano como necesario discutirlas, y algo sin duda a evitar, tanto para sus mayores defensores como para sus más acérrimos críticos, es caer en fanatismos, porque es allí donde suele perderse la objetividad, pudiendo perder inclusive hasta la razón misma.
Y de un lado está el fanatismo de los creyentes que caen muchos como presas fáciles de timadores, estafadores, y hasta abusadores, de los cuales hay sobrados casos tan documentados como innegables; desde los más escandalosos y aberrantes abusos de pedofilia por parte de sacerdotes de la iglesia católica, a los más marketineros y ávidos de dinero pastores evangelistas como megalómanos showmen movilizadores de masas, auténticos embaucadores algunos de ellos haciendo espectáculo de supuestos milagros ante esta actualidad documentada por las mismas personas con sus smartphones tomando fotos y videos que inundan redes sociales o sitios tan populares como YouTube. Insistiendo algunos de ellos en los milagros con los que así de obvio intentan engañar a sus fieles seguidores, usando ridícula y escandalósamente hasta niños para esto, que son bulleados así por millones de personas luego como memes burlándose sarcásticamente de ellos.

Así es la mala fama que tiene el cristianismo simplemente por ser la religión más popular de este mundo dominado por las ideas de las naciones ricas de Occidente. El islamismo, precisamente la segunda religión más popular del planeta, ha sido a su vez denostado enormemente por sus casos de fanatismo religioso extremo dando lugar a los ataques terroristas que sumieron al mundo en pánico a principios de siglo, dando lugar a la “islamofobia” con la que hasta el día de hoy tienen que lamentablemente lidiar hasta los más pacíficos y benévolos de sus practicantes.
Ante estos hechos, es sumamente oportuno citar el aporte psicoanalítico fundacional de Sigmund Freud, quien a principios del siglo XX criticaba a la religión asociándola como posible causa de neurosis, pero también reconociendo en su notable intelecto el aporte de la misma a la humanidad:
“Freud atribuye a la religión el haber ayudado a los seres humanos a construir algunas de las mayores civilizaciones de la Tierra. Además, atribuye a la religión el haber ayudado a salvar a algunos miembros de la sociedad de sufrir neurosis. Al encontrar una neurosis universal, son capaces de hacer frente a sus propios conflictos internos al estar expuestos a los peligros de la vida cotidiana. Freud postula que sin las salvaguardas de la religión, algunos de estos individuos habrían implosionado y se habrían convertido en una carga para la sociedad”2.
Es innegable la relación entre la fe y algunas enfermedades mentales que requieren de indudable abordaje psiquiátrico, muy probablemente también de psicológico o psicoanalítico, aunque la contribución decisiva del gran Sigmund Freud se haya diluido en esta actualidad, donde las personas presentan resistencia, cuando no rechazan los tratamientos de prácticamente cualquier tipo de salud mental, optando resignadamente cuando no les queda otra alternativa ante los problemas que enfrentan en sus ámbitos familiares por lo general, por terapias más bien breves, más bien “light”. Con muchas personas crédulas también, inclinadas ante las soluciones facilistas de oportunistas psicólogos actuales con mensajes motivadores, de superación, hasta espirituales, en estos tiempos de marketing y coaching, en los que tantos profesionales parecieran decir “haz lo que yo digo (y págame bien por ello; porque así cobran sus servicios orientados a las clases pudientes), pero no lo que yo hago”, en claros ejemplos de “doble moral” de los que abundan en nuestra sociedad… Discutamos por un momento al menos el uso, y abuso, de la expresión “maestro”, hacia estos profesionales, u otros líderes espirituales.
Y es oportuno mencionar además los casos de serios abusos en sectas espirituales, en donde lo más común es que sus miembros ataquen a las religiones cuasi a la par de los ateos, con casos de manipulación psicológica muy profunda por parte de sus carismáticos líderes. El psiquiatra español y entendido en la materia, José Carlos Fuertes Rocañin3, alerta del secretismo, el hermetismo de estas organizaciones, de las cuales se prohíbe a sus miembros hablar de sus prácticas, con sedes muchas veces inclusive ubicadas en lugares apartados en las que se exacerba el “culto a la naturaleza” en ambientes de dominación por parte de sus indiscutibles guías en claras estructuras tan piramidales como antidemocráticas, con estos verdaderos tiranos embelesadores de oídos con looks de viejos profetas y discursos new age que hablan de “amor, libertad y consciencia” para aumentar sus fanáticos, a la par generalmente, de sus ingresos económicos. Recientemente el Ministerio Público Fiscal de Argentina confirmó en Buenos Aires, el procesamiento de 17 personas de la “Escuela de Yoga de Buenos Aires, acusados de asociación ilícita, trata de personas, lavado de activos y despojo de bienes, un escándalo aberrante que incluía hasta la prostitución y el uso de drogas como psicofármacos con sus seguidores, todo para incrementar un patrimonio de 50 millones de dólares en cuentas bancarias de Estados Unidos.
Y como analista social y de salud mental, acotaré que Freud se quedó corto al hablar solamente de neurosis ante algunos casos de personas religiosas enfermas en su naciente psicoanálisis. Pues estos reconocidos por sus seguidores como gurús, mensajeros espirituales, y hasta “canalizadores”, algunos de ellos muy populares en el tan discutible campo de la “metafísica”, serían actualmente puestos en tela de juicio como verdaderos esquizofrénicos o psicóticos, por parte de prácticamente cualquier psiquiatra sobre la faz del orbe. Y ya hablamos en este caso lógicamente de enfermedades mentales bastante más graves aún, que demandan obviamente tratamientos psiquiátricos más severos. Así como discurría al principio de este ensayo sobre la sencilla imposibilidad de dar credibilidad a los supuestos milagros, no hay forma tampoco de avalar que tal o cual persona está recibiendo “un mensaje divino”, absolutamente nadie puede ratificar esto.
Tampoco nadie puede dar cuenta de la existencia de los “chakras”, por algo desde el 2019 el Gobierno de España fue noticia en el mundo poniendo en tela de juicio al yoga, la meditación, el reiki, la acupuntura, y otras de las prácticas conocidas como “terapias alternativas”4, que venden servicios pregonando efectos tan cuestionables como la “alineación de los chakras”. Su sitio web #coNprueba es un destacable ejemplo de un escepticismo aplicado con verdadero rigor científico, en el que se destacan sus extensos informes sobre estas prácticas, a fin de alertar a la ciudadanía sobre la posibilidad de que sean total o parcialmente pseudociencias o pseudoterapias, un fraude. Y antes de esta ejemplar medida del gobierno español, está el antecedente también valioso MIVILUDES del Gobierno de Francia, siglas en francés de “Misión interministerial de vigilancia y acción contra las desviaciones sectarias”, organismo creado en el 2002, que alerta sobre la “multitud de ofertas con etiquetas que se renuevan constantemente y en el que se codean profesionales de la salud, médicos y paramédicos, así como autoproclamados terapeutas individuales que siguen formaciones no homologadas con contenidos, duraciones y costes variables”. Respecto de casi todas estas terapias llaman la atención también con análisis científicos sobre los riesgos inherentes de las mismas: “No están probadas y no tienen reconocimiento legal. Además, la falta de una formación legalmente reconocida puede dar lugar al amateurismo por parte de ciertos pseudopracticantes”5. Y cabe mencionar que entre las disciplinas criticadas por este reputado organismo de investigación público francés también está la reconocida kinesiología que se enseña como disciplina médica en el caso de Mendoza exclusivamente en universidades privadas, contando nuestra provincia con una gran oferta de educación universitaria pública, por lo que acotaré que hasta el reconocimiento legal que tienen algunas de estas prácticas, tampoco representa un aval de reputación científica, quien haya tomado estos servicios por recomendación médica de disciplinas como la neurología, puede dar cuenta de la cuestionable eficacia de su instrumental “médico”…
Sin duda ya es discutible llamarle a estas “disciplinas”, como los insistentes seguidores de la a esta altura ya vieja “New Age”, marketinean tanto en claro afán de lucro. Porque a diferencia de las religiones que muchos de los cultores de esta espiritualidad contemporánea denostan como “antiguas”, con la vocación de servicio tan común en varias de estas, está lleno de personas marketineando y vendiendo los servicios de estas “terapias holísticas”, muchos cobrando hasta altos honorarios por sus servicios. Como ya he criticado en ensayos anteriores, otra vez el afán de lucro de las personas, dando lugar a conductas abusivas y en este caso, hasta aún más controversiales con tratamientos que desafiando a los tradicionales, con reconocidos casos de su eficacia que todo el mundo conoce, han llevado a personas a la muerte, como detalla el MIVILUDES.
La única alternativa lógica posible
Por eso, ante los mitos de la religión y la espiritualidad que no podemos corroborar, reitero a modo de conclusión, con los riesgos de quedar sumido en el fanatismo crédulo de tantas, tantas personas que o abrazan la fe de lleno siendo víctimas de los manipuladores de turno, o aquellos otros que la dejan de lado sin rescatar los mismos valores de los que ellos mismos carecen. Ante inclusive la oportunidad de un agnosticismo del cual tampoco abundan ni por asomo casos ejemplares, mejor y más sensato es optar por un saludable escepticismo que tranquilamente cualquier persona puede desarrollar a la par de sus creencias y pensamientos para buscar una vida plena y armoniosa, con mucho menos riesgo de ser engañado, y con libertades a la par de responsabilidades sociales y afectivas como buenos miembros de la sociedad. En pocas palabras, verdaderas buenas personas, sin ambigüedades.
Fuentes citadas
- 1 Steven Pinker, “En defensa de la Ilustración”, Editorial Paidós, 2018.
- 2 Article about “The Future of an Illusion”, sigmundfreud.net.
- 3José Carlos Fuertes Rocañin – “El Poder de las Sectas”.
- 4Doménico Chiappe, Heraldo, “El reiki y el yoga, entre las pseudociencias y técnicas investigadas por el Gobierno”, 2019.
- 5MIVILUDES – Quelles sont les méthodes les plus répandues? (Traducción del autor)
Imágenes creadas con IA
Muy buen análisis desde diversas miradas, lo social lo psicológico y también la parte política que involucra siempre a las religiones
«.Considero que social y civilizadamente debemos entendernos más, y abogo por un esfuerzo decididamente mayor en estos tiempos de extremo individualismo y aislamiento social-virtual con las actuales tecnologías de internet.» Muy buena reflexión.
Muchas gracias, Omar, mi filosofía tiene bastante de todo eso, y algunas otras cosas también, mi pensamiento es interdisciplinario.
Antes que nada,excelente trabajo. Las aristas múltiples fueron bien manejadas
Los dogmas son contrarios al pensamiento libre y crítico del individuo. Y si no estamos atentos en cualquier actividad los podremos encontrar
Hay una frase que dice:» La religión es para los que no quieren ir al infierno. Y la espiritualidad es para quienes ya estuvimos ahí.»
Entendiendo religión a todo aquello ya conocido y todo lo demás que termina siendo una seudo religión . Y entendiendo espiritualidad al camino que cada individuo emprende para hallar lo que perdió,su deseo primario que es él mismo. Digo que he visto en mi consultorio situaciones,personas y sucesos que me han llevado a reevaluar lo aprendido,aprender lo desconocido y reaprender con la consiguiente resignificación aquello que tenía entendido y sobreentendido.
Creo que el escepticismo es una buena fuente de crecimiento así como la duda. Y porqué no una forma de defensa intelectual,moral y emocional.
Muy buen comentario, Lucia, te agradezco el elogio, y también por compartir tus impresiones personales y profesionales como psicóloga. Como hablábamos ayer, el estudio y abordaje de la neurosis ha quedado muy relegado por la psicología contemporánea, por eso me pareció oportuno citar la opinión de Freud sobre su mirada con la religión. Y sin duda, el escepticismo te ayuda a tomar mejores decisiones, y en esta actualidad con tanto engaño, se ha vuelto algo imperiosamente necesario a desarrollar como adaptación, como defensa de la personalidad.